9 de mayo de 2010 en pretérito imperfecto

Nunca sabremos qué podría haber ocurrido si, tras la reunión extraordinaria del 9 de mayo de 2010  de los ministros de Economía y Hacienda de los Veintisiete (Ecofín), Zapatero hubiera decidido someter a referéndum el plan de ajustes por el que Merkel y Sarkozy le obligaban a recortar 15.000 millones de euros para reducir el déficit presupuestario español, a costa de pensionistas, funcionarios, cooperación al desarrollo y  la protección social de quienes más merecen el acompañamiento público.



Probablemente, si Zapatero hubiera actuado con coherencia ideológica y hubiera sometido su nuevo programa electoral a votación, no ganaría el próximo 20 de noviembre un Partido Popular que no explica sus medidas y sólo promete “acabar con la crisis” y “tomar las medidas necesarias”.

La indignación de muchos ciudadanos estafados por un presidente que ha gobernado practicando lo contrario que prometió, podría haberse convertido en apoyo circunstancial a unas medidas necesarias, aunque duras, para sortear la ventisca de la mayor crisis internacional tras el crack del 1929: antesala de la II Guerra Mundial.  

A merced de la indignación, la derecha arrasará por incomparecencia de un electorado de  izquierdas que no se ve representado en un PSOE que ha justificado unas políticas que  han convertido  a la socialdemocracia española en la marca blanca del neoliberalismo.

Una socialdemocracia tibia, silente, cobarde y muda ante la derecha liberal europea. Socialdemócratas y liberales, unos por omisión y otros por acción, han utilizado la crisis para extender la ideología de menos Estado y más empresa privada.

Mientras tanto,  los Gobiernos socialdemócratas de la UE no han presentado más discurso que la claudicación ante la ideología neoliberal,  convertida en ciencia económica sin posibilidad de discusión. Ningún líder de la socialdemocracia que gobierna o ha gobernado en Europa –Portugal, Grecia, Austria o España-  ha presentado una alternativa socialdemócrata  a Merkel o Sarkozy.

Europa ha enterrado a Keynes y camina perdida y obsesionada por cumplir draconianos ajustes presupuestarios sin pensar en los desempleados que su locura deja en el furgón de cola.

Al otro lado del Atlántico, Obama aprueba planes de estímulo público e incluye, aunque tímidamente, a los pobres americanos en el sistema público de salud. La vuelta al mundo sin girar el mapamundi.

Europa está atrapada por el dogma de fe que profesa reducción del gasto público para contentar a unas agencias de calificación -socias de los fondos de inversiones, planes de pensiones y grandes capitales dueños de la deuda de los Estados- que no supieron prever la mala salud del Lehman Brothers, banco que simboliza la caída del casino financiero capitalista.

Papandréu, presidente de Grecia, anuncia que someterá a referéndum el segundo plan de ajustes que propone la UE, por el que se le condonará el 50% de la deuda contraída. Para cumplir con las exigencias de Europa, secuestrada por la ideología causante de la crisis, Grecia deberá reducir en 100.000 millones de euros el gasto público que se suma a las muy duras medidas ya tomadas por el Gobierno socialista de Papandréu.

Por primera vez, parece que la socialdemocracia ha encontrado el ideario y toma una medida sensata: abrir las urnas para que los sujetos pasivos de los recortes se posicionen sobre sus presupuestos.

A buen seguro, Zapatero se estará preguntado qué hubiera pasado en España si hubiera convocado elecciones o un referéndum para legitimar una política económica que no se halla en el programa electoral con que los socialistas españoles ganaron en 2008.

Quizás Zapatero concluya que,  si hubiera consultado a los españoles sobre la idoneidad de sus medidas, la sucursal española de la derecha europea no ganaría unas elecciones por la puerta de atrás y con un programa oculto con idénticas medicinas por las que padecemos esta situación y que aventuran la próxima crisis económica. 

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