Princesas


Se está debatiendo, a propuesta del Gobierno, la autorregulación o  ilegalización de los anuncios de contacto  que aparecen en la prensa diaria. Alega, en su defensa, que son plataformas donde las redes que esclavizan a las prostitutas publicitan servicios que vejan, humillan y maltratan a las víctimas de las mafias de la prostitución o que el 90% de las trabajadoras del sexo son víctimas de la esclavitud sexual. 



Los datos que cuantifican cuántas mujeres se prostituyen fuera de su voluntad varían dependiendo de la trinchera que publique las cifras y sirven para refutar las posturas, tanto  a favor como en contra de la regulación.
Obviamente,  condeno cualquier actitud que coaccione, veje o minimice la libertad de los seres humanos, pero veo en esta propuesta, avalada por el Gobierno de España,  hipocresía, fundamentalismo feminista y la moral judeocristiana que demoniza el sexo y la sexualidad.


En un sistema liberal-capitalista donde todos los ciudadanos ofrecemos nuestro factor trabajo y mercantilizamos  con nuestras potencialidades, “prostituyendo” nuestras capacidades y tiempo a cambio de dinero, ¿por qué las mujeres no pueden ejercitar el derecho a lucrarse con su cuerpo? ¿No  sería más efectivo empezar por regularizar y sacar a la prostitución de las catacumbas de la sociedad y dotar a las trabajadoras del sexo de seguridad,  acceso a la salud, evitando enfermedades de transmisión sexual y, de paso, desestigmatizar la imagen que la ciudadanía tiene de las señoras que son repudiadas de día y deseadas de noche?


Esconder una realidad no solucionará la esclavitud lo único para lo que servirá será para poner de relieve la falsa moralina de una sociedad víctima de tantos años de catecismo. Y lo más sorprendente, es justificar estas medidas desde posiciones progresistas y libertarias.

1 comentario:

Jesús Garrido dijo...

Igualmente sólo se cambiaría la oferta de lugar, quizás a la calle donde se incrementaría las que ya se ofrecen en la calle la "subcultura" de este comercio. El comercio a través de los diarios les otorga una cierta protección, seguridad, discreción, etc.