Los datos hablan por sí solos: el 43 por ciento de los jóvenes españoles, menores de 25 años, están desempleados. En la eurozona la tasa de desempleo juvenil es del 19,3 por ciento, considerablemente inferior que en España. Unos jóvenes que ven el futuro con menos esperanzas que sus padres. Sin estudios, o con títulos universitarios insuficientes para firmar un contrato laboral, lo que nos dice que algo ha fallado en la planificación educativa española.
Muchos de estos jóvenes que engrosan las listas del INEM son víctimas del boom desarrollista que propició el abandono prematuro del sistema educativo. Pensaron que para qué iban a estudiar si había trabajo bien remunerado con el que alcanzar el éxito social. La burbuja cayó y esos jóvenes que condujeron vehículos de alta cilindrada, se hipotecaron y creyeron haber alcanzado Eldorado. Hoy a duras penas podrían vivir si no fuera por la protección familiar.
La otra gran masa de desempleados son titulados universitarios que ven cómo sus diplomaturas o licenciaturas no son un pasaporte hacia la seguridad laboral. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) -que agrupa a los 33 países más ricos del planeta- ha presentado su informe Panorama de la Educación 2010.
Según se extrae de los datos publicados por la OCDE, el 40 por ciento de los titulados universitarios encuentran empleo en funciones para las que no se requieren estudios universitarios. Mientras, en Europa sólo el 23 por ciento de los jóvenes se emplean en labores para que las que no se precisa formación universitaria. Una brecha de más de 18 puntos que debiera hacernos replantear qué estamos haciendo con nuestra juventud y qué están haciendo los jóvenes por sí mismos. En la reunión con los empresarios españoles, Zapatero firmó un acuerdo con éstos para ofertar más de 4.000 becas que serán cofinanciadas con dinero público-privado. Una iniciativa que servirá para reciclar a esos jóvenes que soltaron los libros antes de tiempo y que soñaban con que el agua de la fuente del ladrillo sería inagotable.
Los jóvenes de hoy son los que más tiempo han permanecido en la educación formal, pero está por ver que sean los más formados. Una encuesta realizada por el Ministerio de Educación a más de 1.000 alumnos de bachillerato revela que éstos desconocen los conceptos más básicos de cultura general que a un bachiller se le deberían presuponer. ¿Qué estamos haciendo mal en España para que exista una distancia tan abismal con respecto a las tasas de paro juvenil en el resto de países de la eurozona?, urge hallar una respuesta y una solución.
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Los datos hablan por sí solos: el 43 por ciento de los jóvenes españoles, menores de 25 años, están desempleados. En la eurozona la tasa de desempleo juvenil es del 19,3 por ciento, considerablemente inferior que en España. Unos jóvenes que ven el futuro con menos esperanzas que sus padres. Sin estudios, o con títulos universitarios insuficientes para firmar un contrato laboral, lo que nos dice que algo ha fallado en la planificación educativa española.
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