No es muy común dar las gracias a los políticos y, mucho menos aún, a un político que pasa por sus horas bajas. La verdadera talla humana, política y de estadista del que, en mi opinión, ha sido el presidente más decente y honesto que hemos tenido jamás, no podrá ser borrada por muy poderosa que sea la maquinaria comunicativa de los que en 36 años de democracia solo han aprendido a odiar mejor.
Yo sé y quiero dar las gracias por habernos hecho modernos. Por primera vez hemos internacionalizado tolerancia y no solo jamones. Gracias, ZP por tu decencia e integridad como ser humano. Gracias por dotar al amor que siento hacia mi novio de la dignidad, legitimidad y capacidad de soñar que nunca antes tuvo.
Gracias por hacerme sentir ciudadano de primera; gracias por cumplir tu promesa y ordenar el regreso de las tropas españolas de Irak; gracias porque hoy no sea noticia nombrar un Gobierno paritario; gracias porque la primera ley que aprobaste fuera la que persigue a los criminales que no saben que su mujer no es su mujer.
Gracias por aprobar la Ley de Dependencia, que ayudará a una mejor calidad de vida de las personas dependientes y de sus familiares; gracias por desenterrar el polvo hipócrita que ensucia nuestra memoria histórica; gracias por devolver a España al corazón de Europa y seguir edificando el sueño de Jean Monnet.
Gracias por volver a legitimar la ONU y el multilateralismo; gracias por haber hecho de la solidaridad internacional una seña de identidad de nuestro país: hoy somos la sexta potencia humanitaria del mundo.
Gracias porque RTVE sea hoy una empresa informativa modelo de pluralismo informativo y paradigma de servicio público; gracias por conseguir que hayamos dejado de sentir vergüenza de ser españoles; gracias por exportar una imagen de país de vanguardia en derechos sociales; gracias por haber respetado a los adversarios políticos.
Gracias por intentar acabar con los criminales de ETA aun sin ayuda de la oposición; por soportar la mentira venenosa de los que han usado toda la vida el terrorismo para ganar elecciones; por no usar a ETA como caja registradora de votos; por proponer el Pacto por la Libertades y contra el Terrorismo o por consensuar la nueva Ley de Partidos que imposibilita la presencia del brazo político de ETA en las instituciones democráticas.
Gracias por haber subido las pensiones mínimas en 204 euros mientras el Partido Popular, en sus ocho años de gobierno, solo las subió 107 euros; por haber elevado el sueldo mínimo interprofesional en 240 euros -36 euros subió durante la época Aznar-.
Gracias por haber elevado las becas al estudio en un 8 por ciento, a pesar de la crisis económica; por no haber abandonado a los parados sin protección social y aprobar la ayuda de 420 euros; por haber tomado decisiones que, aunque dolorosas, nos permitirán un crecimiento económico sostenible.
Te ha faltado ser capaz de modernizar a esta derecha patria, la misma derecha que mientras escribo este artículo ha bajado de Génova y grita en la puerta del Comité Federal del PSOE “Rubalcaba, al paredón”. En 36 años de democracia hemos avanzado y nos hemos modernizado como país pero no hemos sido capaces de que la derecha heredera del franquismo se haya vuelto demócrata.
Yo seguiré pensando que ZP ha sido el presidente más decente y honesto que hemos tenido. A mí me emocionó el día que lo vi en sede parlamentaria defender los matrimonios homosexuales diciendo que "un país es más decente cuanto menos discrimina a sus miembros". Yo ese día lloré de alegría porque, por fin, me sentí ciudadano de primera.
Decía Churchill que “el político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. La historia hablará y te situará en el justo lugar que te corresponde. Hasta siempre. Gracias, ZP. A mí no me has fallado.
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