Nunca en democracia se han contabilizado tantos votos blancos, nulos y a candidaturas fantasmas. Jamás en unas municipales se ha votado tanto como en las elecciones municipales y autonómicas de 2011. A tenor de los resultados, los indignados han sido la tercera fuerza política en el conjunto del Estado –una vez escrutados los votos blancos, nulos y opciones muy minoritarias-. Tras la lectura de un libro de 32 páginas, un 4,24 por ciento de los votos emitidos han sido nulos. De los cuales, un 2,54 por ciento voto blanco, es decir, voto válido que ha impedido que opciones minoritarias con posibilidades de alcanzar el mínimo exigido por ley para entrar en los ayuntamientos (5%) haya obtenido representación democrática.
Sólo en Sevilla capital, entre voto nulo, blanco y a partidos fantasmas se ha escrutado más de un 8,8 por ciento de los sufragios. La beneficiaria de esta movilización nula y blanca, la derecha, con poco más del 49 por ciento de votos, ha conseguido el 60 por ciento de los 33 concejales que se repartían en el Consistorio sevillano. En el lado contrario, IU con el 7,2 por ciento solo tendrá el 6 por ciento de los capitulares hispalenses. Pero ha sido el Partido Andalucista la formación más perjudicada por la demagogia que se alentó desde el movimiento Democracia Real Ya.
Si setecientas de esas voluntades anti PP-PSOE no se hubieran acercado a las urnas, el pluralismo político de Sevilla hoy sería más amplio que lo que ha resultado ser. Con un 4,76 por ciento y una subida de 3.000 votos, a los andalucistas le han faltado 24 centésimas y menos de setecientos votos para llegar al infranqueable 5 por ciento, requisito sine qua nonpara obtener el primer edil en los ayuntamientos españoles.
Este voto anti (supuestamente progresista) debe hacer reflexionar sobre la importancia del voto. Gracias a Demagogia Real Ya, el PP estará sobrerrepresentado al computar como voto propio el descontento de muchos electores, resultado de la injusta Ley Electoral que deja sin voz a los 16.000 sevillanos que han votado andalucista o a otras opciones políticas. La derecha española se ha movilizado y ha seleccionado su papeleta. Sin embargo, muchos descontentos han creído que participar equivale a voto útil.
En democracia todos los votos son útiles, pero cuando se vota desde la demagogia ocurre que la derecha hoy tiene el camino más ancho para expandir su liberalismo económico, que dará más poder a los mercados financieros –especulación y falta de normas económicas- y estaremos más lejos de las reivindicaciones que emanan de las plazas españolas.
No sin falta de razón en muchas de sus exigencias, los movilizados del 15-M están no obstante equivocados al hacer ver que todas las formaciones políticas son comparables a PP o PSOE o que todos los políticos populares o socialistas son iguales. En política, como en la vida, hay personas muy decentes que no salen en prensa.
Estos jóvenes indignados, además de criticarlo todo y venderse como víctimas de un sistema que los expulsa, deben hacer autocrítica. Deben analizar por qué es tan mediocre el nivel de los universitarios españoles; por qué la falta de inquietud es lo que sobresale y el raro en un aula universitaria es el alumno que levanta la mano y se interesa por algo más que lo que dicta el profesor. Por qué no existen referencias culturales, más allá de Harry Potter y el libroIndignaos de Stéphane Hessel. Porque, además de mover el ratón, tenemos que mover el culo.
Cierto que la situación es complicada y que los jóvenes lo tienen harto difícil. Pero no viven peor que sus padres y abuelos. Hemos vivido en lo alto de un tren llamado "pelotazo”, que nos estalló en las manos. Ahora hay que subirse al tren del esfuerzo: quien lo merezca, llegará. Todo no es culpa de los demás. La autocrítica es muy saludable. Nunca dieron duros a pesetas.
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