"A por ellos", cuerpo a tierra

De toda la vida, desde que existe el marketing político, los partidos políticos usan las convenciones para publicitar las bases de su programa electoral y concentrar los focos mediáticos por unos días. Los militantes actúan de palmeros; los líderes del partido se transmutan en “showman”  y los potenciales electores se convierten en  víctimas.



Otra característica de las convenciones es el despilfarro económico que suponen. A los partidos políticos –por tanto, a los españoles- les cuesta, el acto de deshoje de su margarita electoral, unas cifras insultantes en tiempos que exigen a sus súbditos “sangre, sudor y lágrimas”. Los conservadores, en un apuesta por la transparencia, no han hecho públicas las cuentas del “retiro espiritual pepero” aunque los principales medios de comunicación barajan que la excursión a la capital de la Costa del Sol ha costado 2 millones de euros.

Igual que Rubalcaba -aquejado de una grave crisis de amnesia selectiva que le hace prometer lo que no cumplió cuando fue miembro del Gobierno de España- volvió a la senda de los valores de la socialdemocracia en la convención de los socialistas, se esperaba que Rajoy hiciera uso del foco mediático para decir a los españoles por qué es merecedor de nuestro voto el próximo 20 de noviembre.

Nunca 2 millones de euros han servido para tan poco. Ni una sola medida de futuro. Ni una sola promesa electoral. Cero propuestas para paliar la hemorragia de paro que sufren los españoles. Muchas palmas, mucho tinte platino y gomina, sonrisas “profident”, gaviotas por doquier, bronceados en cola-cao,.., pero ni un solo anuncio que nos ayude a adivinar qué solución mágica esconde Rajoy  para sacarnos de esta grave crisis económica global que sufre el sistema liberal-capitalista.

Hasta ahora, sólo sabemos, tal como gritaron los militantes populares al término de su “retiro espiritual”, que irán “a por ellos”. No sabemos quiénes serán “ellos”, o si lo que realmente quisieron pronunciar es “ellas”.

Confieso que se me abren los sentíos oír gritar "a por ellos" a una masa embravecida de engominados, rubias platino, ultrareligiosos, populistas, contrarios al matrimonio homosexual y antiabortistas, enemigos de la sanidad y educación para los pobres y defensores de la cadena perpetua.

No me tranquiliza escuchar “a por ellos” en la voz de mujeres y hombres que tienen entre sus filias a un “presunto homicida”, como asesor en temas de Justicia, o que han sido capaces de vincular inmigración con delincuencia sin la más mínima vergüenza cristiana.

El único mensaje claro que ha lanzado Rajoy en Málaga es que reivindica “la España de Aznar para salir de la crisis”. Es decir, Rajoy aplaude la reforma de la Ley del Suelo de 1998 y vender a los compañeros de pupitres las pocas empresas públicas que quedan. Una remodelación que suprimió de la legislación “edificar en función de la demanda previsible".

El “ladrillazo” de Aznar, que ahora vuelve a defender Rajoy, encareció la vivienda, destrozó el litoral español, y es el secreto de “España va bien” que tanto aplaudieron los "emprendedores" de la especulación y el pillaje. Un modelo cultural y económico que tuvo en Urdaci al vocero más ilustre de la versión cañí de la Italia de Berlusconi. 

Se saben imbatibles y van “a por ellos”: a por los homosexuales, a por los derechos de las mujeres, a por los “subsidiados y vagos” del PER, a por los convenios que regulan los derechos de los trabajadores, a por la exitosa sanidad y educación públicas, a por el Estado de las Autonomías; a por los servicios sociales o a por la Ley de Dependencia.Sin complejos, nada se les resiste en el camino. 

Ya de vuelta, se irán “con ellos”. Con sus amiguetes de la iniciativa privada, que esperan  desvalijen los servicios públicos para poder gestionar el patrimonio de los pobres; con los fondos de inversiones y pensiones, depositarios de la deuda pública de los Estados; con los poderosos; con los talibanes de la fe, que aún no han hecho un ejercicio de caridad cristiana y siguen recibiendo 10.000 millones de euros anuales; con los defensores de la “familia tradicional” o con el machismo que niega la igualdad de género.  “A por ellos” somos nosotros. Cuerpo a tierra. 

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