Se acabó

Se acabó, espero que para siempre, el chantaje de los intolerantes contra quienes defienden con su palabra la fuerza de sus ideas. Nunca más, espero, nos volveremos a quedar pensando en el sufrimiento de la familia de un concejal, policía, guardia civil, escolta, periodista o raso ciudadano tras conocer que una banda de criminales ha matado a bocajarro a un ser querido de éstos.


Se acabaron, espero, las estrategias, campañas y carreras políticas basadas en las víctimas de la violencia del terrorismo como excusa. Se acabó el uso maniqueo, inhumano, antiético e indecente del sufrimiento de las víctimas de ETA.
Terminaron, espero, las excursiones a Madrid para acusar al presidente del Gobierno de amistad con los terroristas. Se acaban las banderas franquistas en manifestaciones que pedían “memoria, dignidad y justicia”. Finaliza la soberbia ética de quienes han utilizado espuriamente el dolor y la atrocidad de una pandilla de asesinos que han enterrado a más de 800 ciudadanos libres, demócratas y pacíficos.
Se terminaron las llamadas telefónicas para informar a una madre, a una esposa, a un hijo, a un sobrino o a un hermano del asesinato de uno de los suyos. Se terminó, espero, la demonización de las ideas que defienden los nacionalistas vascos pacíficos y moderados.
Soy de la generación víctima de ETA. Todos los años de mi vida he vivido con la sombra de los violentos. Guardo el recuerdo indeleble de los atentados contra Fernando Buesa y su escolta; contra los sevillanos Alberto Jiménez Becerril y su esposa; el asesinato de Ernest Lluch, de Pagazaurtundua, de Gregorio Ordoñez, el tiro en la nuca al periodista José María Lacalle o el intento de acabar con la vida del joven socialista Eduardo Madina.
Igualmente, guardo en mi disco duro la utilización deshonesta que los autoerigidos en defensores de las víctimas etarras han hecho de los múltiples intentos para acabar con ETA.  No olvido el intento de los medios de comunicación conservadores y del Partido Popular en situar al exdirigente de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Carod-Rovira como “amigo de los terroristas” tras la reunión de éste con ETA en Perpiñán, en plena campaña electoral.
No olvidaré que ha habido líderes políticos y partidos políticos que han tenido como estrategia electoral el uso del dolor de las víctimas y se han querido apropiar de la “memoria, dignidad y justicia” que exigían las víctimas de ETA.
Se acabó la incontinencia verbal, espero, de los medios de comunicación que han  osado con hasta trucar fotos para que viéramos “ETA” donde ponía la conjunción “Y” en euskera. Se acabaron las portadas malintencionadas de los que ni se alegraron por la muerte de Franco ni celebran hoy el “cese definitivo de las armas” anunciado por los cobardes encapuchados, que ni en su último comunicado han tenido el valor de pedir perdón a cara descubierta a todas las víctimas gratuitas que dejan los 40 años de su lucha inútil.
Sé que los militantes de ETA no se van a humillar. Como tampoco lo hicieron los culpables de la banda terrorista franquista al fin de su dictadura militar.  Sólo espero que seamos capaces de reconciliarnos, de pasar página y de derribar los muros que ennegrecen la convivencia de los vascos. Se acabó, espero.



1 comentario:

José María Castellano-Martínez dijo...

Raúl, me gusta tu entrada. Nuestras ideas son diferentes pero en el fondo, en esto, no hay color. Un abrazo eurocompi. Aún queda mucho por hacer, a ver qué pasa.