Un buen día con una mala noticia

Hoy ha sido un buen día con una mala noticia. Militar en política te permite ponerle nombre a la realidad en la que vivimos. Buscar respuestas para que otros las hagan suyas. Te hace pensar titulares con los que humanizar las decisiones gubernamentales y para hacer que la gente entienda en un lenguaje micro qué significa la política macro.



Descodificar la realidad en palabras, no obstante, nunca termina de humanizar. La frialdad de las cifras es demasiado gélida como para empatizar con el sentimiento humano de quienes sufren las consecuencias de la crisis económica.

Estoy harto de decir y escribir que el desempleo es un drama humano, que aísla a las personas de su entorno, que los convierte en seres dependientes sin posibilidad de construir su proyecto vital. Los parados dejan de ser ciudadanos para convertirse en seres deficitarios.

Hoy he hablado con mi única hermana, Margarita. La única mujer en una familia de cinco hijos.  Catorce años mayor que yo. A la que siempre le decían que si yo era su hijo. La que siempre me protegió. A la que siempre protejo aun desde la distancia. La madre de mis dos sobrinos.

 A una de las miembros de mi familia que más quiero y que más echo de menos. A la que trato de explicar que el mundo de la aventura es menos cómodo que el de lo conocido pero mucho más excitante.  La que presume de hermano. La que habla de mí en diminutivo. La que me riñe porque voy  a verla poco. Mi Margarita.

Su llamada ha sido la mala noticia del día. Me ha comunicado que la empresa en la que trabaja su marido cerrará en marzo. Serán despedidos treinta trabajadores entrados en la cuarentena, tras 20 años de antigüedad, con poca formación y con menos esperanzas aún de encontrar una salida laboral en la castigada Extremadura. Lloraba desconsoladamente porque “mis hijos dentro de poco se tendrán que ir a estudiar y no les voy a poder ayudar”.

Margarita teme por su felicidad. Por la de Margui y Francisquito –mis sobrinos-, por el disgusto de mi cuñado. Sufre porque sabe que el desempleo significa pérdida de la autonomía, exclusión y una travesía por el desierto sin la certidumbre de encontrar un oasis al final del desierto.

Se abren muchos interrogantes para una familia que ya vive ajustada a un sueldo no muy generoso. Se abre la incertidumbre para quien pensó que ya había encontrado el sustento para educar a sus hijos. Se abre la  dureza de la realidad para quien creía que los millones de parados eran ciencia-ficción.

No le he podido decir mucho. Sólo que no sufra. Que yo le ayudaré a ella y a mis sobrinos para que sigan siendo autónomos, en la medida de mis posibilidades. Que no sufra por mis sobrinos. Que yo espero trabajar en pocos meses y poder ayudarle para que estudien y no repitan la biografía de su padre: un  hombre joven pero castigado por la vida. Huérfano a los 12 años, pastor en su infancia y sin estudios básicos.

Estoy harto de leer y escribir en contra de la reforma laboral. De lo que significa permitir que un empresario pueda despedir con sólo alegar tres trimestres consecutivos de pérdidas. Estoy cansado de defender lo público como el único patrimonio de los pobres y de decir que la clase empresarial española se gastó el dinero de los años de bonanzas en yates, coches de lujo y en proyectos insostenibles.

Mi hermana y su marido saldrán de este vacío existencial que viven. Lograrán una nueva oportunidad que les permita ser autónomos, estoy convencido.Mis sobrinos lograrán estudiar, para lo que yo me dejaré la misma vida en seguir defendiendo la educación pública. 

La reforma laboral de los poderosos se ha cobrado sus primeras 30 víctimas, que serán despedidas de sus vidas sin apenas indemnización.  Mi hermana ha entendido que la política no es ciencia-ficción y que las frías cifras de parados no son números, son vidas.

Yo he entendido que es imposible humanizar los números hasta que no le pones rostro y alma a las cifras. Ningún titular es capaz de explicar la injusticia, abandono, desamparo e impotencia que sufre un trabajador expulsado de su futuro.


No hay comentarios: