Yo avalo el pluralismo

Muy pocos  medios de comunicación han informado de la modificación de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General (LOREG) que obliga a avalar a las fuerzas políticas sin representación en  el Congreso de los Diputados. Ningún librepensador de izquierdas ha levantado la voz contra esta tropelía. Los ciudadanos no alcanzan a valorar el grado de retroceso democrático  a la que nos traslada esta reforma que fomenta el pensamiento único.

Fernado Álvarez-Ossorio y Pilar González denuncian la reforma electoral


 La mayoría de medios informativos denunciaron la parte que  les afecta: obligación por ley a informar según criterios de representatividad y no bajo estricta lógica informativa. Silenciaron el silencio de los otros. Denunciaron  intromisión en la libertad de información. Con razón. La función de los medios de comunicación es velar por el pluralismo y  controlar la labor de los representantes públicos

.El mismo día  que a los profesionales de la información  se les negó el derecho a informar en clave periodística, se limitó  el derecho de sufragio pasivo, es decir, el derecho a ser elegido en elecciones libres. 

Gracias a la modificación electoral, votada por PPSOE,  silenciada por las minorías presentes en el Congreso de los Diputados, que a su vez temen a las otras minorías que no se sientan en el Parlamento, los partidos extraparlamentarios tienen que recoger el 0,1% de los avales del censo electoral para poder concurrir a la cita del 20 de noviembre. Más difícil todavía: cada ciudadano sólo puede avalar  una candidatura.

Los carceleros de la democracia justifican su fechoría. El fin es el ahorro. “Se tira mucho papel”, dicen.  Los cínicos que han arruinado a nuestro país, que han usado el dinero público para tejer una red clientelar o se han endeudado para construir aeropuertos, en donde nunca aterrizará ningún avión, quieren ahorrar a costa se invisibilizar a otras fuerzas políticas.

Una involución democrática y un atentado a los derechos fundamentales que incluye la misma Constitución que ha sido secuestrada por un bipartidismo que ha decidido apropiarse de la democracia y decidir quiénes están capacitados para ser elegidos y quiénes no.

En Andalucía, el Partido Andalucista (PA), con más de 232.000 votos y 431 concejales en las últimas elecciones municipales, tiene que recoger firmas para que los ciudadanos avalen sus candidaturas al Congreso de los Diputados y al Senado, mientras que UPyD, con 70.000 votos y 20 escasos concejales en toda la geografía andaluza, no tiene que ser avalado.  Nafarraoa Bai, con 8.000 votos menos que el PA en las últimas elecciones generales, tiene más derecho a concurrir a los comicios que los andalucistas.

Rosa Díez, enemiga del bipartidismo y salvadora de los derechos constitucionales,  no ha denunciado  el atrevimiento de los expropiadores de la democracia. Ley del embudo: lo ancho para ti, lo estrecho para mí.

Avalar a un partido no significa que haya que votarlo. Simplemente, significa que, como demócrata, consideras que en democracia a los partidos políticos se les valora el día que se abren las urnas y no con golpes de Estado posmodernos.

En contra de este atentado a los derechos fundamentales, el PA ha recurrido ante el Tribunal Supremo el decreto de convocatoria de elecciones generales. Es la primera vez que un partido impugna el decreto más democrático de todos los que un gobierno publica en el Boletín Oficial del Estado por antidemocrático.

Yo he avalado al Partido Andalucista. Por convicción, por justicia y porque considero que la comunidad autónoma más poblada de España ha de tener representantes en el Congreso de los Diputados y en el Senado para que hablen de Andalucía y  se opongan a los insolidarios nacionalismos del norte, que se quejan amargamente de los 925 millones que el Estado gasta en el PER, a la vez que son beneficiarios de 5.162 millones de euros a través de subvenciones a la industria automovilística.

Porque no olvido el papel capital que jugó el andalucismo en la transición democrática y en la consecución del Estatuto de Autonomía de Andalucía, que posibilitó  el máximo nivel de competencias para nuestro autogobierno, vía artículo 151 de la Constitución Española, igual que vascos, gallegos o catalanes.

Porque quiero que el andalucismo renovado, de la izquierda que derrumbó el Muro de Berlín, europeísta, federalista y solidario con los pueblos de España y la Humanidad, se siente en el Congreso para denunciar que Andalucía sufre el triple de tasa de paro que Euskadi o que 5 de cada 10 jóvenes andaluces no encuentran trabajo.

Avalo al PA para que defienda en Madrid que la economía debe estar al servicio de las personas, y no al revés. Porque sin andalucistas en Madrid, Andalucía volverá a ser la gran olvidada y los andaluces volveremos a ser invisibles en el Estado y sólo seremos tenidos en cuenta en las estrategias electorales de PPSOE.

Porque nos han pagado la deuda histórica en solares, cuando nos sobra suelo y nos falta dinero; porque el pluralismo político fomenta el diálogo y evita la crispación; porque me gustaría que los andaluces; como canarios, vascos, navarros, catalanes o gallegos, tengamos en Madrid voz y voto.Pero sobre todo, porque tenemos que proteger la democracia de los desmanes antidemocráticos del bipartidismo,  que piensa que el sistema democrático le ha caído en herencia.

Avalo el pluralismo político y el derecho a que cualquier partido político sea juzgado por el pueblo soberano el 20-N. Porque es un precepto inviolable que debe cumplir cualquier democracia que quiera seguir llamándose democracia. Y si la reforma electoral me permitiera avalar un número ilimitado de partidos, avalaría a todos. Yo avalo el pluralismo.

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