El silencio de los vivos

Grecia se enfrenta al silencio de los vivos. Nadie hablará de los vivos cuando hayan muerto. Como nadie habla de los muertos de la tragedia financiera griega. Toda la población mundial ha llorado la muerte de Whitney Houston. Nadie llora la muerte de la democracia ateniense. Los medios de comunicación condenan la violencia de los griegos contra las empresas transnacionales o las instituciones helenas. Nadie critica la violencia que los poderes financieros ejercen contra el pueblo griego.

Nadie habla de que a los griegos les han expropiado la democracia: el arma de los débiles. Sólo los poderosos tienen derecho a la defensa y al ataque en esta Europa indecente que sirve de cómplice para ahogar los sueños de los europeos.

Nadie dirá que la crisis griega hubiera sido evitable si las agencias de rating, que descalifican al Estado griego, no hubiesen ocultado la realidad de las cuentas públicas helenas o si franceses y alemanes hubieran actuado con afán de solidaridad y no con espíritu castigador. La historia se repite.

La violencia del neoliberalismo es inversamente proporcional al silencio de los vivos. Han diseñado el sistema y no hay lugar para la improvisación. Su maldad ha conseguido prostituir hasta el significado de las palabras. Llaman liberalismo a dictaduras sin militares y flexibilidad a la esclavitud postmoderna.

Han expulsado a los pobres del Edén de los Estados del Bienestar porque son deficitarios. Nos lo repiten hasta la saciedad a través de los medios de comunicación que controlan. Arruinan la viabilidad económica de las empresas informativas que se atreven a despertar la conciencia de los vivos.

La derecha helena trucó las cuentas griegas y compró barcos, aviones y material armamentístico que pagó con dinero  prestado de los bancos alemanes y franceses. Merkel y Sarkozy quieren la vuelta de los euros prestados aunque sea aplicando otro plan de ajuste para contentar al Banco Central Europeo y al Fondo Monetario Internacional.

Grecia arde. Los helenos se han rebelado al silencio de los vivos.  Saben que mañana los medios de desinformación condenarán su violencia antidemocrática pero no tienen más armas que la fuerza porque la democracia les ha sido arrebatada. Los poderosos no necesitan más poder porque tienen el futuro de los griegos en su agenda.

Asistimos atónitos a la destrucción del sueño europeísta. Los sueños no tienen valor para los enemigos de la democracia. No son militares. Son ejecutivos elegantes. Sus balas no hacen ruido pero matan. Los griegos están heridos de muerte, la UE agoniza.

El sueño europeísta, que defiendo con toda la fuerza de la razón y la emoción, ha quedado relegado a la nada. Porque se ha aliado con los poderes a los que les molesta la democracia. El mismo Tratado del Euro se está tramitando de espaldas al Parlamento Europeo, donde reside la soberanía popular del pueblo europeo.

Los vivos silentes guardan silencio pero en la estrategia está previsto también hundir sus sueños. Los conscientes arden de indignación. La indignación de los conscientes es violencia según el dogma de los neomilitares anudados en elegantes corbatas. Los soldados están sentados en el Parlamento griego para cumplir las órdenes de la cúpula militar del capitalismo.

Mientras tanto, Sarkozy y Merkel sólo esperan cobrar lo suyo aunque arda Grecia y el mismo sueño europeísta que nació para crear una red de solidaridades de hecho, extender los derechos humanos, la libertad y la igualdad.

Confieso que estoy llorando. Cada pedrada que lanzan los griegos la empujo telepáticamente para que rompa un cristal o llegue a la conciencia de algún militar capitalista. No soy violento pero nada me parece más belicista que arruinar los sueños de los hombres.

Cuando el enemigo es el poder sin legitimidad moral, el uso de la fuerza está permitido. Los griegos usan la fuerza porque les han expropiado las armas de la democracia. Y cuando la democracia está en peligro, el pueblo tiene la obligación ética de defender con la fuerza el poder de los pobres e irrumpir en el silencio de los vivos.