Carta de un homosexual español a una eurodiputada y víctima del terrorismo

A/A Sra. Dª Teresa Jiménez Becerril
Diputada del Grupo Popular en el Parlamento Europeo




Le escribo en calidad de ciudadano europeo y español, como Eurodiputada del Parlamento Europeo me representa, es o debiera ser mi voz, además forma parte de la Comisión de Libertades Públicas y Derechos Humanos.
Sé que sufrió en sus carnes la violencia, el desgarro y el sufrimiento de una banda de criminales, que sin ningún reparo asesinó a su hermano y a la mujer de éste, en el año 1998 en Sevilla.
Recuerdo el dolor que me causó el asesinato de sus dos seres queridos, las muestras de solidaridad que intenté transmitir, las concentraciones y repulsas a las que asistí, y por desgracia, a las muchas que he seguido asistiendo cada vez que un ciudadano de nuestro país es asesinado a manos de los intolerantes, que tan sólo saben usar el lenguaje de la violencia. Sra. Jiménez Becerril, soy un firme defensor de los Derechos Humanos, y seguiré defendiéndolos allá donde no se respeten, y seguiré denunciando a quienes coarten y priven del disfrute de esos derechos, que creo usted dice defender, a cualquier ciudadano, sin importarme su sexo, ideología, procedencia, identidad de género o condición sexual. Porque en la defensa de los Derechos Humanos, pasa como en al amor, no existe medida. O se quiere o no se quiere; o se defienden los Derechos Humanos o no.
Hace escasas semanas se votó en el seno del Parlamento, en el que me representa a mí y a todos los españoles no lo olvide nunca, una proposición para instar a Lituania a que modifique la “Ley de Protección de Menores contra el Efecto Perjudicial de la Información Pública” que si la ha leído, habrá podido comprobar que recorta de manera grave los Derechos Civiles y Libertades de los Gais, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales, así como de los activistas que trabajan en Lituania por la defensa de los DD.HH de este colectivo, que al igual que usted, sufren y han sufrido en sus carnes la intolerancia de los intolerantes, la persecución de quienes piensan que sólo hay una forma posible de amar, y de quienes creen que nuestro amor, sí Sra. Jiménez Becerril nosotros también amamos, no es igual que el amor que se profesan dos personas de distinto sexo. Ha votado a favor de criminalizar el amor.
Me gustaría que supiera que aún en ocho países somos condenados a muerte, por ser Gais, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales, y en decenas de muchos más somos encarcelados. Usted votó en contra de instar a Lituania a que modifique esta Ley Homófoba. ¿Sabe que está votando a favor de extender el odio y que está amparando con su voto posibles asesinatos y ataques de odio por parte de los intolerantes contra Gais, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales? ¿Sabe que si yo fuera lituano mi madre podría acudir a mi entierro con el mismo sufrimiento que usted acudió al de su hermano? ¿Se ha dado cuenta, de que está votando en contra de las libertades públicas; que fue por lo que murió su hermano y la mujer de éste?
Espero y deseo, que usted como víctima del odio intolerante por quienes creen que solamente sus ideas son las válidas, rectifique, no permita nunca más con su voto que ningún ciudadano, viva donde viva y ame a quien ame, sufra la lacra de la violencia intolerante. Por cierto, espero no tener que volver a manifestarme nunca más por ningún asesinado o víctima de ETA, pero volveré a ir de manera convencida si los violentos vuelven a atentar.
Sin más, saludos cordiales, de un ciudadano homosexual al que representa, o al menos debiera representar.

Raúl Solís Galván
Sevilla

1 comentario:

Pablo Morterero dijo...

Felicidades por tu carta que, si no lo has hecho, deberías mandarla a algún medio como DIARIO DE SEVILLA o PUBLICO.
Sobre el contenido de tu escrito, me gustaría compartir contigo que muchas veces cometemos el error de asignar a las víctimas una entidad moral de la que carecen. Ser victimas no las convierte en buenas personas y mucho menos hacerles merecedoras de autoridad moral o política. A las victimas hay que consolarlas y confortarlas emocionalmente, pero si intervienen en la cosa pública, pasan a ser personajes públicos que se hacen merecedores de todas las críticas democráticas que la ciudadanía considere oportuna. Un abrazo.